.Joseph Leo Mankiewicz (n. Wilkes-Barre, Pensilvania,
11 de febrero de 1909 – f. Bedford, Nueva York, 5 de febrero de 1993) fue
un aclamado guionista y director de cine estadounidense, uno de los
mejores ejemplos del clasicismo norteamericano del denominado «Hollywood
dorado».
Biografía
Su padre, Franz Mankiewicz, judío berlinés que emigró a
los 17 años de Alemania en 1885, llegó a ser en los Estados Unidos un
famoso profesor en el New York City College. Enseñó lengua, teología
hebrea y educación; además frecuentó la élite cultural de Nueva York. Tuvo
tres hijos con una mujer judía proveniente de Curlandia. El mayor, Herman
Mankiewicz (n. 1897), sería un importante guionista y productor de cine,
autor del guión de la película Ciudadano Kane. Tras su hermana Erna, nació
el benjamín, Joseph Leo; Franz quiso que todos ellos tuviesen una esmerada
formación.
El joven Joseph comenzó la carrera de medicina, en la rama de la
psiquiatría, pero la baja puntuación en una asignatura le impidió terminar
esos estudios, aunque leería luego mucho psicoanálisis. Por contraste, en
1928 estudió la rama de Arte de la Universidad de Columbia. A los 19 años,
una vez terminados los estudios, viajó a Berlín para estudiar, enviado por
su padre, pero empezó a aficionarse por el teatro —le entusiasmaron Max
Reinhardt, Piscator y Brecht—, y el cine —en aquellos momentos estaba en
pleno apogeo la corriente expresionista del cine alemán—. Trabajó como
corresponsal del Chicago Tribune y fue traductor de intertítulos para la
productora UFA. Fue su única aportación al cine alemán. En 1929, su
hermano Herman lo llamó desde Hollywood, donde trabajaba como guionista,
así que Joseph, refugiado en París con escasos medios, decidió aceptar la
invitación de su hermano e ir a Hollywood.[1]
Los primeros pasos en el cine estadounidense los dio en los estudios
Paramount donde su labor fue secundaria y apenas sin relevancia
profesional. Poco después, y ya bajo contrato de la Metro-Goldwyn-Mayer,
obtuvo su primer éxito profesional al colaborar en el guion del melodrama
negro El enemigo público número uno (1934) dirigida por W. S. Van Dyke,
película que consiguió el Óscar al mejor guion, aunque el premio fue
concedido a Arthur Caesar, ya que fue quien firmó finalmente el guion.
Pero aquel primer paso dio resultados positivos, que se consolidaron con
otros dos guiones para el mismo director pensados como vehículos para el
lucimiento de la actriz Joan Crawford: Cuando el diablo asoma (1934) y
Vivo mi vida (1935).
Alentado por su éxito inicial, intentó que Louis B. Mayer lo dejara
dirigir sus propios guiones, pero éste sopesaba bien la valía de cada uno
de sus empleados antes de embarcarlos en un proyecto diferente al que
habitualmente desempeñaban. A pesar de que no cedió a sus intentos, Mayer
accedió no obstante a nombrarlo productor y desempeñó muy notablemente
este cargo entre 1935 y 1942, periodo durante el cual produjo 19 film para
MGM, entre los que destacan dos títulos: Furia (1936), dirigida por Fritz
Lang, alegato contra la intolerancia y el racismo en una lectura
claramente política, e Historias de Filadelfia (1940), una comedia sobre
la lucha de sexos dirigida por George Cukor.
Decepcionado por no poder dirigir sus propias películas, Mankiewicz dejó
la MGM y se puso al servicio de la 20th Century Fox. En este estudio
realizó su ópera prima como director, El castillo de Dragonwyck (1944),
dirigiendo a la fascinante Gene Tierney con secundarios del calibre de
Jessica Tandy o Vincent Price. En 1947 logró otra obra maestra con la
poética El fantasma y la señora Muir, con Gene Tierney, Rex Harrison y una
Natalie Wood de ocho años, más una excelente fotografía de Charles Lang y
una impagable música de Bernard Herrmann. Aprendió de Ernst Lubitsch, su
maestro, que le «enseñó lo que no hay que hacer»[2]
En 1949 estrenó Carta a tres esposas, película donde se pone de manifiesto
su interés por la psicología femenina y con la que obtuvo dos premios
Óscar, el de mejor guion adaptado y el de mejor dirección; cuenta con las
interpretaciones de Kirk Douglas y Linda Darnell en una historia tan
innovadora como El crepúsculo de los dioses en cuanto a narrativa fílmica.
El éxito que obtuvo fue refrendado con su siguiente película, uno de los
considerados clásicos del séptimo arte, Eva al desnudo (1950), sobre las
ambiciones sin piedad en el mundo teatral. Con este film, Mankiewicz
obtuvo seis Óscar, entre ellos el de mejor película, mejor dirección y
mejor guion adaptado; el éxito de la película hizo que se creara el premio
«Sarah Siddons» que él había inventado para el relato.[3]
Luego se sucedieron otras películas destacadas y de muy distinto tipo (de
hecho, fue denominado un «director inclasificable»), como Operación
Cicerón (1951), con James Mason y Dannielle Darrieux, de espías; un
clásico, Julio César (1952), con algunos de los mejores actores de la
época en el reparto (Marlon Brando, James Mason, Deborah Kerr, Greer
Carson y Louis Calhern); La condesa descalza (1954), sobre el mundo
devorador del cine, con la mejor actuación de Ava Gardner hasta ese
momento; Ellos y ellas (1955), el único musical que dirigió, y De repente,
el último verano (1959), adaptación a la pantalla de una historia de
Tennessee Williams.
Pero llegó lo que Mankiewicz llamaría su «pesadilla»: Cleopatra. Tras un
desastroso prólogo en Londres, pues tuvo que desechar todo el material
filmado, en septiembre de 1961 se reinició en Roma el rodaje de la epopeya
histórica basada en la vida de la reina egipcia, y cuyo rodaje se prolongó
hasta 1963. Fue la primera vez que una actriz (Elizabeth Taylor) cobraba
un millón de dólares por su trabajo, lo que encareció el proyecto. Además,
desastres de toda índole que rodearon la preparación y el rodaje del film
quebrantaron la salud de Mankiewicz, quien necesitó dos años para
recuperarse, aunque en medio dirigió una película para la TV. Pese a la
espectacularidad de Cleopatra, decepcionó a crítica y público en su
estreno, convirtiéndose en uno de los mayores desastres de taquilla de la
historia.
En 1967 dirigió Mujeres en Venecia, película que fue recibida fríamente
por la crítica y el público; en 1970 realizó su único western, El día de
los tramposos. Y en 1972 puso fin a su carrera cinematográfica al filmar
la adaptación de la obra teatral de Anthony Shaffer La huella.
"Los nuevos directores han cometido un grave error al aprender a hacer
cine en escuelas y universidades. Que se cultiven, que lean, que aprendan
de Shakespeare, de Molière o de Cervantes, que han sido formidables
guionistas."
Joseph Mankiewicz (años 70)
Mankiewicz pasó sus últimos años de vida retirado en su granja de Willow
Pond, rodeado de los recuerdos que guardaba de todas sus películas, y
falleció el 5 de febrero de 1993 en Bedford (Nueva York) cuando estaba a
punto de cumplir 84 años, a causa de un ataque al corazón.
Licenciado en Historia del Arte y crítico teatral para el New York Times
en Berlín, leyó hasta su muerte innumerables libros de psiquiatría, pero
Mankiewicz es considerado sobre todo como un gran y culto guionista,
experto en adaptaciones literarias (Graham Greene en El americano
impasible, William Shakespeare en Julio César, Tennessee Williams en De
repente, el último verano (1959) y Anthony Shaffer en La huella). Cuidaba
la estructura de sus historias y la caracterización de sus personajes y
era un gran director de actores, que llegaba al virtuosismo en los
diálogos de sus filmes.
"Creo que sinceramente se puede decir que he estado en el comienzo, el
ascenso, la cima, la caída y el fin del cine sonoro."
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